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Cannabis

Cannabis sativa, normalmente se trata de una planta de hasta casi 6 metros de altura. Presenta hojas impares que parten de un mismo tallo, independientes entre sí, de forma fina y alargada con bordes dentados. Su principio activo es el delta 9 tetrahidrocannabinol (THC) presente en hojas, tallos y semillas de la planta, aunque contiene otros cannabinoides como el delta 8 tatrahidrocannabinol, que es el segundo principio activo, el cannabidiol (CBD), otro componente del cannabis bloquea el efecto del THC en el sistema nervioso. 

El delta 9 tetrahidrocannabinol, ingrediente psicoactivo de Cannabis sativa, es un cannabinoide, definido como un “compuesto orgánico perteneciente al grupo de los terpenofenoles, que se une a los receptores cannabinoides en el organismo humano”. [3] Sin embargo, es importante aclarar, para evitar confusiones, que hasta el momento se han identificado 113 cannabinoides que se producen de manera natural en una planta, Cannabis sativa,  pues existen los cannabinoides endógenos, producidos por organismos animales y por el cuerpo humano;  y los cannabinoides sintéticos, generados en laboratorio. 

Existe una sola especie del género Cannabis: Cannabis sativa, aunque comúnmente se habla de otras dos: índica y ruderalis. Estas en realidad son subespecies, pero cada una tiene características particulares que las diferencia; sin embargo, al ser en realidad una misma especie pueden cruzarse sin problemas, lo que ha dado lugar a innumerables híbridos con mayor o menor proporción en su genética de una u otra, además, de tener una mayor o menor concentración de THC.  Las dos variedades más escogidas son la sativa y la índica, dado que la ruderalis es baja en THC. 

Los porcentajes de sustancias psicoativas contenidos en las plantas psicoactivas son variables en las distintas cepas y dentro de una misma cepa, dependiendo de las condiciones de cultivo, pudiendo ir desde porcentajes bajos hasta los que superan el 25% de THC. Aquellas que, por normatividad internacional, tienen menos del 1% de THC no se consideran psicoactivas y son conocidas como cáñamo. 

En el mercado podemos encontrar preparados con distintas proporciones de THC: 

  • Marihuana: obtenida de la trituración de flores, hojas y tallos secos. 
  • Hachís: elaborado a partir de la resina almacenada en las flores de la planta hembra. 
  • Aceite de hachís: resina de hachís disuelta y concentrada. 

Estos preparados se consumen con mayor frecuencia fumados en cigarrillos y en menor frecuencia en pipas o se ingiere directamente. Al consumirse fumado, sus efectos pueden sentirse casi inmediatamente y duran entre dos y tres horas. Por vía oral la absorción es más lenta y sus efectos aparecen entre la media hora y las dos horas, pudiendo durar hasta 6 horas. 

El THC es una sustancia muy soluble en grasa y llega rápidamente al cerebro, en donde se acumula y del que se elimina muy lentamente, es por ello por lo que su preparación en comestibles, empleando el uso de la mantequilla y otras grasas vegetales se ha vuelto muy popular, 

El THC tiene una vida media aproximada de una semana, lo que significa que una semana después de consumirlo, el organismo no ha conseguido eliminar más que el 50%. Aunque una persona solo consuma los fines de semana, no habrá tiempo suficiente para que se elimine completamente y se irá acumulando en su cerebro, produciendo varios de sus efectos. 

Los cannabinoides con efecto psicoactivo son el THC, el cannabinol (CBD) y el delta-8-THC, siendo el THC el más potente y abundante. La psicoactividad es el efecto buscado para el uso adulto o recreativo. 

Otros cannabinoides, como el cannabidiol (CBD), el cannabigerol (CBG) y la tetrahidrocannabivarina (THCV) son psicotrópicos, es decir que tienen afinidad por el sistema nervioso central donde ejercen sus acciones, pero no son psicoactivos, o sea que no producen “viaje”. Es más, el CBD antagoniza los efectos psicotomiméticos (alteraciones sensoriales) del THC. 

¿Cómo actúa y qué efectos produce el cannabis en nuestro organismo? 

El THC se absorbe fácilmente por el tubo digestivo y los pulmones, es metabolizado principalmente por el sistema microsomal hepático, parte de este se elimina por la orina, mientras que la mayoría se elimina por las heces a través de la bilis.  

El sistema cannabinoide endógeno es un sistema propio de nuestro organismo que realiza funciones relacionadas con el comportamiento, el aprendizaje, la gratificación, la ingesta de comida, el dolor y las emociones, entre otros. 

Cuando se consume cannabis se activa este sistema endógeno de forma externa y artificial y se alteran muchas de las funciones que desarrolla. A dosis pequeñas el efecto es placentero, mientras que a dosis altas puede producir cuadros de gran ansiedad. 

Inmediatamente tras el consumo se produce lo que se llama “borrachera cannábica”, con sequedad de boca, enrojecimiento ocular, descoordinación de movimientos, risa incontrolada y alegría desmedida, somnolencia, relajación, sensación de lentitud en el paso del tiempo y empeoramiento del tiempo de reacción, desinhibición, aumento del ritmo cardiaco y la tensión arterial, dificultades para pensar y solucionar problemas; alteración de la memoria, de la atención, de la percepción y de la concentración. 

La marihuana se difunde a mediados del siglo XIX como estimulante del apetito, sedante, analgésico, antiparasitario, antidiarreico, broncodilatador, lactogénico y antimigrañoso. Actualmente el potencial terapéutico del cannabis ha sido revisado ampliamente en numerosas publicaciones científicas para su uso terapéutico.  Su uso es recomendado para el tratamiento de las náuseas y vómitos ocasionados por la quimioterapia, el glaucoma, el asma, las convulsiones, la ansiedad, la pérdida de apetito en Sida y cáncer terminal y el tratamiento del dolor neuropático en la esclerosis múltiple y en otros padecimientos. 

¿Qué riesgos y consecuencias tiene el consumo del cannabis? 

El consumo habitual provoca una serie de daños orgánicos y psicológicos: 

Al fumarse sin filtro, el humo en los pulmones favorece enfermedades como la bronquitis crónica, el enfisema pulmonar o el cáncer de pulmón. Además, su efecto broncodilatador potencia la absorción de sustancias tóxicas. 

Las personas con hipertensión o insuficiencia cardiaca pueden sufrir un empeoramiento de su sintomatología pues el cannabis altera el sistema cardiocirculatorio, provocando taquicardia. 

Existen datos que indican que podría haber un aumento de la incidencia de trastornos emocionales (ansiedad, depresión), trastornos mentales (psicosis) y trastornos de personalidad por el consumo crónico de esta sustancia. 

A nivel psicológico podrían verse dañados los procesos de aprendizaje dado que provoca dificultades para estudiar, al disminuir las funciones de atención, concentración, abstracción y memoria. Entre los jóvenes esto representa bajo rendimiento académico y el abandono prematuro de los estudios. Puede causar reacciones agudas de ansiedad y, en personas con predisposición a padecer trastornos mentales, puede provocar la aparición de estos trastornos o agravar los que ya se padecen. 

El cannabis actúa sobre el sistema de gratificación y recompensa cerebral de la misma forma que lo hacen otras drogas, a través del estímulo de la liberación de dopamina. Por eso, el consumo continuado de cannabis produce adicción. La adicción aparece entre el 7 y el 10 % de las personas que lo han probado y en uno de cada tres de los que lo consumen habitualmente. 

Hay algunos síntomas que pueden hacer sospechar la existencia de un trastorno por dependencia del cannabis: abandono de núcleos sociales no consumidores, desinterés en actividades que no sean relacionadas al consumo del cannabis, uso compulsivo del cannabis, problemas de rendimiento laboral o escolar, irritabilidad, agresividad, inquietud, nerviosismo, disminución del apetito y dificultades para dormir, entre otros. 

La ingestión del cannabis junto con otras sustancias, como por ejemplo el alcohol, pueden alterar de distinta manera la química en el organismo teniendo como consecuencia distintos niveles de intoxicación, presentando así alguna otra sintomatología u otras afectaciones al organismo además de los ya mencionados.  

Si bien, el cannabis es un producto natural no quiere decir que sea innocuo, como ya lo vimos, su uso puede provocar distintas alteraciones en el organismo; sin embargo, estas alteraciones se pueden emplear desde un enfoque terapéutico siempre que se realicen de forma controlada y supervisada por especialistas. 

El THC es el cannabinoide que genera las mayores polémicas en torno a la legalización del Cannabis por algunos de sus efectos que actúan a nivel orgánico, emocional, mental, psicológico y cognitivo. Sin embargo, esto no impide el que se deba reconocer efectos terapéuticos muy importantes, tanto por los compuestos psicoactivos como los psicotrópicos. Más aún, algunos efectos causantes de preocupación que efectivamente pueden generar complicaciones en el desempeño y estado de ánimo también pueden ofrecer beneficios terapéuticos dependiendo de cómo se usen. 

La ventana terapéutica (rango entre la dosis efectiva y la aparición de efectos secundarios) del THC no es tan amplia como en el CBD, pero manejándose con precaución y dosificando en aumentos lentamente progresivos, debido al desarrollo de tolerancia, puede reducir la incidencia de efectos incómodos para los pacientes de uso medicinal. 

Fuentes: 

Abuso de sustancias. (s/f). Paho.org. Recuperado el 18 de septiembre de 2023, de https://www.paho.org/es/temas/abuso-sustancias 

Health Officers Council of British Columbia (HOC) (2011). Public Health Perspectives for Regulating Psychoactive Substances. Victoria, BC: HOC. 

Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías. Informe anual 2012: el problema de la drogodependencia en Europa. Luxemburgo: Oficina de Publicaciones de la Unión Europea 2012. Disponible en: http:// www.emcdda.europa.eu/attachements.cfm/ att_190854_ES_T 

[1] Dorland W. Diccionario enciclopédico ilustrado de medicina. 8ª ed. Madrid: Interamericana, 1985.  

[2] Rosenbaum CD, Carreiro SP, Babu KM. Here today, gone tomorrow… and back again? A review of herbal marijuana alternatives (K2, Spice), synthetic cathinones (bath salts), kratom, Salvia divinorum, methoxetamine, and piperazines. J Med Toxicol 2012; 8: 15-32. 

[3] Lambert DM, Fowler CJ (2005). «The endocannabinoid system: drug targets, lead compounds, and potential therapeutic applications». J. Med. Chem. 48 (16): 5059-87 

Mechoulan R. The pharmacohistory of Cannabis sativa. En R. Mechoulaned. Cannabinoids as therapeutic agents, Boca Raton, CRCPress .1986.